martes, 18 de octubre de 2011

Relato de una persona que no era yo.

"Cuando mi madre se entero que yo estaba en camino, y se lo contó a mi padre, el huyó.
Tiempo después él le envió una carta sin remitente que entre otras cosas decía que lo lamentaba, que no estaba preparado y que realmente hubiera querido ser un padre responsable y perfecto como los de las películas pero que no había venido a este mundo para eso.
Y que si, la había amado en un momento, lo había echo. La había amado aunque ella fuera una mujer insufrible.
Aquella carta terminaba en una frase que decía algo como "Si, en fin... si algún día vuelvo te lo haré saber. Espero que eduques a ese niño lo mejor que puedas, aunque no lo dudo, eres odiosa, pero simpática".
Nunca mi madre me contó como fue su reacción, pero guardo ese pedazo de papel como si fuera oro. Nunca tampoco me dijo porque. Como un recuerdo o como una garantía que algún día él la había amado. Él mismo lo había escrito. Nadie podría dudar de eso, aunque la haya abandonado.
Se devino en un sinfín de actividades y siendo ella una mujer extremadamente bella y joven, se dedico al teatro que siempre había sido su gran sueño.
Nunca la vi detenerse un segundo, era casi eléctrica. Su vida era un constante movimiento y  si no estaba haciendo nada, entonces hablaba. Hablaba sin parar. Ella nunca se detenía.
Tenía el pelo rojo y usaba los labios del mismo color. Su ropa era siempre impecablemente blanca y sus manos eran suaves, aunque siempre tuviera entre los dedos un cigarrillo negro de aroma poderoso..."


NOTA: Esta persona no era yo, era un actor que se metió en mi cabeza durante un sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario